martes, 15 de enero de 2008

Mi trayectoria escolar desde el colegio hasta 3º de carrera...


Cuando comencé el colegio fui a Las Dominicas de La Laguna, en Geneto. Allí estuve desde 1º de preescolar hasta terminar la ESO.

Mi primer profesor se llamaba Julio, y eso de tener un profe chico creo que no me gustaba mucho después de tener profesoras chicas, pero quitando esto, era un profesor muy divertido. Lo que más recuerdo de este año fue una excursión que hicimos a las Teresitas, y como éramos pequeños sólo nos dejaron mojarnos hasta las rodillas.

En segundo de preescolar mi profesora se llamaba Pilar, y por suerte no me tocó la profesora del curso del al lado porque era un poquito gruñona.
El patio de preescolar estaba separado del de primaria por unas barandas. Teníamos columpios y un mural de colorines que era la pared colindante con el terreno de al lado del colegio.

El tiempo cuando llegaba la primavera era mejor, pero en el invierno hacía bastante frío, y cuando llovía muchas veces se metía el agua en la clase, aún cuando entre las clases y el patio existía un pasillo de unos dos metros de ancho. Pero como no tenía desnivel… En Navidad decorábamos la clase y el colegio, hacíamos nosotros los adornos y también llevábamos de casa. Y en el teatro del colegio hacíamos actuaciones de pastores y un belén viviente donde nosotros éramos los protagonistas. También hacíamos canciones para los días de fiesta del colegio.

1º y 2º de primaria también tuve una profesora llamada Pilar. Y lo único que recuerdo fue la única vez que me echaron de la clase por estar hablando con una compañera. ¡Qué mal me supo aquello! Jamás tuve otra situación como aquella en lo que me restó de colegio.

Y 3º y 4º un profesor llamado Óscar. Esta etapa sí que me gustó. Este fue el mejor profesor que recuerdo en todo el colegio. Yo me llevaba muy bien con él. Y a decir verdad, yo era una niña bastante estudiosa y que por lo general siempre terminaba antes los ejercicios que mis compañeros y el profe me mandaba a hacer recadillos por el cole. Esto nos gustaba a todos, y hasta protestaban por hacerlos. No por el hecho de hacer recados, sino por el de salir de clase y andar por el colegio mientras los otros estaban en clase.

3º y 4º ya estaba en otro patio superior, al que se accedía por unas escaleras que a su ver dividían todo el colegio por la mitad y los patios de los cursos por medio de un pasillo, el cual al principio no estaba cubierto, pero viendo como era el tiempo en La Laguna, más tarde se cubrió. El horario era partido y yo comía en mi casa a la que iba con el transporte escolar. Recuerdo que a los niñ@s que se iba en coche con sus padres les decían los niños que se van con papá y a los que nos íbamos en el transporte escolar, los ni@s que se van en guagua. Del transporte… la verdad que también recuerdo cosas. Mi hermano empezó en mi colegio en 3º de primaria sino recuerdo mal, cuando yo estaba en 2º de preescolar e íbamos en guagua los dos. La señora que nos cuidaba en la guagua se llamaba Lula, y era muy buena gente, luego la cambiaron por otra que se llamaba Chencha y que era todo lo contrario. Muy bruta (en todos los sentidos) y a la que nadie caía bien. Y finalmente vino otra que si no recuerdo mal se llamaba Loli. Esta era bien simpática, aunque tenía su genio también, pero bueno era soportable.

Del resto del profesorado, digamos que la profesora de religión, era una religiosa. Ah, es que se me olvidaba decir que Las Dominicas es un colegio de monjas. Pues eso, que esta profesora nos amargó la existencia hasta la ESO, si no recuerdo mal. Era la profesora que más mal caía y es que hasta su forma de caminar era criticada por todo el alumnado. Todavía recuerdo como la imitábamos con el culo pa’tras y el pecho pa’lante. Y es que… era bastante incómoda de tenerla como profesora de religión.

También me acuerdo que en evaluaciones, era la única que me ponía “necesita mejorar” y que por su culpa estuve toda una Semana Santa castigada en mi casa sin salir y estudiando religión. ¡Qué ganas!

Otra profesora que digamos… nos marcó los cursos de 1º y 2º de ESO, fue Esther, la profesora de inglés. Como persona era encantadora, y como profesora… muy estricta. Teníamos que dejar cuadros antes de empezar a escribir, la fecha arriba en inglés, dos rayas para cambiar de día… y así con más cosas. Y es que digo que nos marcó porque era una profesora intrigante. Me explico, TEMÍAMOS tener inglés porque no sabíamos que íbamos a hacer, llegaba a la clase y preguntaba a la gente así de sopetón y como no te lo supieras…”TIERRA TRÁGAME”. Nos hacía unos vocabularios para estudiar… que eso era imposible. Y es que nos lo mandaba estudiar poco a poco, pero… nadie lo hacía, por tanto… algo de culpa también teníamos nosotros. La llamábamos “la mosca”. Era menuda y con unas gafas… como las del cantante la mosca, y con unos zapatos… que ¡ni en los 60! Ah, y es que para colmo tenía una camisa cuyo estampado… ¡eran moscas! Así que más a… nos ponía llamarla así. Ah, y otra cosa, control de vocabulario suspendido… a firmarlo a casa. Más de un alegato me llevé, y es que ni sabía como decirle a mi padre con el carácter que se gastaba…

Por el contrario el profesor de Naturales era muy simpático dando clase y hacía más entretenida estudiar la asignatura. Se daba un aire a Juan Luís Guerra y me acuerdo que en las fiestas del cole, junto con Julio, hacían actuaciones muy divertidas.

De los profesores… ¿qué más puedo decir? Mmm me acuerdo de la profesora de Pretecnología, se llevaba muy bien conmigo, era una clase de hacer manualidades y como era algo que se me daba bien pues… digamos que eso le gustaba e incluso me hacía ayudar a mis compañeros en cosas de bordados y ese tipo de cosas. Y otra profesora de la que tengo buenos recuerdos es Leire. Recuerdo que yo era la subdelegada de la clase y que me daba más confianza a mí que a la delegada, y es que la delegada era una niña un poco loqueta, y yo era más tranquilita. La verdad es que siempre fui así, tranquila, estudiosa (salvo en algunos casos…) y nunca tuve problemas con los profesores.

Y como en todo fin de carrera en esta que hasta ahora llevábamos también tuvimos una orla. A decir verdad la entrega de orlas fue bastante chunga en relación a la comida, hubo demasiadas diferencias en relación a lo que comió el alumnado de lo que comió el profesorado… y mejor dejarlo aquí así.

Lo que mejor recuerdo de estos días fue el acto de despedida de nuestra promoción que nos hicieron en la iglesia grande que tiene el colegio, y donde amigos/as nos entregaban unos obsequios. Fueron momentos muy emotivos. A mi me los entregó mi mejor amiga, de la que ya hablé antes, y la cual estaba en un curso anterior a mí. Allí todos llorando, menos yo. Yo allí haciéndome la fuerte, pero llego ella llorando y ¡ala!, me hizo llorar a mí. Así que llorando como tontas/os terminamos ese acto.

Y que yo recuerde ahora… nada mucho más interesante o relevante del colegio.

¡Ah si!, a parte de la maravillosa orla… ¡no tuvimos viaje de fin de curso! porque por unos pocos pagamos todos... después de haber vendido loterías y todas esas historias para sacar dinero. El remedio que hicieron fue ir a un convento, a Las Palmas. Pero yo la verdad que estaba ya bastante cansada de tanta monja… (las máscaras como me decía mi tía) y pasé ir para allá. Cogí mi dinero y me fui un mes a Marbella a casa de mi tía, la más pequeña por parte de mi madre, que vive allá. Jamás me arrepentiré de hacer hecho eso. Me lo pasé tan bien que ¡ni mi tío dejaba venirme! Y es que con él, aunque lo viera de año en año, pues desde pequeña nos íbamos mis padres y mi hermano el verano para allá, y bueno aunque estuviera lejos era un cariño muy bonito, el cual ahora también es “igual”. Él venía poco por cuestiones de trabajo y a mí y a mi hermano era a los sobrinos que más veía. Pero de esto hablaré más adelante.

Cuando terminé la ESO, hice Bachillerato de letras en el instituto Viera y Clavijo de La Laguna, los dos años. El primer año recuerdo que no me resultó complicado, la metodología de trabajo que había recibido en el colegio, debo decir que me ayudó para no bajar el nivel por eso de que todas las tardes las tenía libres y estaba en un centro donde había más libertad, y donde el tema de fugarte… era lo normal, aunque no para mí. Me acuerdo que ese año me fugué 2 veces o así ¡y casi ni lo hago! Me acuerdo que mi mejor amiga en el instituto fue una chica que estaba conmigo en el colegio desde chica también y que nos sentábamos juntas era la que me decía ¡vamos a fugarnos!, y yo: ¡no! Nos lo pasábamos bien, ella era más loquita que yo, pero yo también tenía mis puntos y la verdad que fueron dos años muy divertidos.

Recuerdo que fuimos siempre mayoría chicas y que cuando las chicas decidíamos algo… ¡DECIDÍAMOS nosotras! Nos llevábamos todos bien, con unos más que con otros, pero bueno, eso era lo de menos. Y es que del colegio habíamos ido mucha gente a este instituto y estábamos repartidos en las clases. En la mía, en la de al lado, en la de arriba…. En los cambios de hora era raro el día que no saliéramos al pasillo y nos encontrábamos todos. ¡Más de una escandalera armamos!

De este primer año destacar el profesor de Lengua y Literatura que era un poco “tiquismiqui” y el típico que lo que aprendió en el colegio nunca se le olvidó, el que tiene buena memoria… don perfecto, vamos. Y su sentido del humor… mejor dejarlo a parte porque la verdad no nos reíamos de sus chistes sino de él. La profesora de filosofía si era guay, y la asignatura de actividades de estudio… era la asignatura maría como se suele decir. Era muy raro que hiciéramos algo, normalmente hablábamos con la profesora y era una hora de descanso y de cháchara para todos. Bajábamos a la cafetería a por paquetes de gusanitos y allí sobre las mesas todas sentadas nos las comíamos.

Y también los recreos. Eso si que eran ratos divertidos. Nuestro descanso empezaba 15 minutos después del instituto La Laboral que está justo al lado y siempre nos encontrábamos todos en los jardines que quedan debajo de ambos institutos. No es que nos conociéramos, pero yo tenía una prima allí haciendo un módulo y nos encontrábamos para hablar un rato allí y… decir que también les echábamos un ojo a los chicos… que a decir verdad había más de uno de buen ver y como no los conocíamos le poníamos nombres…

Este primer año terminó bien, tuvo sus complicaciones pero bueno, salió todo bien. El segundo ya fue más complicado. Fue un curso a prisa y corriendo por el tema de la PAU. Este año si que me costó mucho más. Era mucho temario en poco tiempo y me tenía que salir mínimamente bien para poder hacer la PAU en junio y empezar la universidad ese año también para no perder tiempo. Ese fue un curso de nervios, de estrés, de cambios, de ponerme metas, de querer conseguirlas, de necesidad de conseguirlas porque no quería perder un año y tenía muy claro que hacer la PAU en septiembre para luego poder entrar en la universidad era más complicado. Y bueno, que yo no me veía repitiendo ni nada de eso, y eso pues la verdad que también me agobiaba.

Una asignatura que recuerdo de este segundo curso fue una optativa que la hacíamos en un taller de manualidades donde el barro era nuestro principal material, cerámica. Hicimos objetos muy graciosos, costosos de trabajo y tiempo, pero muy personales. Y ciertamente era una asignatura que te relajaba, al principio con los taponazos que le teníamos que dar al barro para amoldarlo nos desquitaba del estrés, y me reía mucho con mi compañera, que era la compañera de clase a su vez.

Los recreos de este curso fueron aún mejores que los anteriores porque el horario del otro instituto cambió y ahora coincidíamos el mismo tiempo…

La última evaluación fue la más angustiosa, ya faltaba poco para la PAU. Hasta el humor me cambió, aunque bueno eso siempre me pasa cuando estoy en época de exámenes, pero creo que eso es normal, así que bueno. El curso lo terminé y venían los días de estudiar para la PAU. El primer día fue el peor, sobre todo el examen de Historia que me bloqueé y no arrancaba. Y el de Matemáticas… ese fue un desastre. Pero aun con tanto desastre, también salió bien.
Antes de continuar, tras el segundo curso tuvimos también una orla. Esta muy diferente a la del colegio. La foto fue muy original, nos la hacíamos en parejas o de tres personas o individuales, como queríamos y con quienes queríamos. Una manera de que aquella foto no fuera otra simple orla más, sosa, con fotos individuales, sino que de alguna manera dejaba constancias de tus relaciones con los demás compañeros en las fotos.

Y empezó el papeleo de la preinscripción para la universidad. Estaba en el nº 3 en la lista de espera para Pedagogía, mi primera opción. Decir que el último año de Bachiller fue a parte de todo lo demás el año en el que tuve q decidirme definitivamente por la carrera que quería hacer, pues era una carrera y no un módulo lo que quería hacer.

Finalmente entré en Pedagogía y empecé la carrera. Cuatro años, pero que ya desde un principio tenía claro que no me iba a ser posible sacarlo en 4 sino en 5 años. Tanto crédito de libre elección… me mata.
Tengo el turno de mañana, menos mal, porque no me acostumbraría a tener clases por la tarde después de estos años teniendo las tardes “libres”. Y es que para estudiar y para todo lo demás, a mi me gusta hacerlo por la mañana porque por la tarde entra la pereza y lo entre una cosa y otra se te pasa mejor haciendo cosas que no en clase.

Recuerdo la llegada a la universidad el día de la presentación. No conocía a nadie porque ninguna amiga hacía mi misma carrera. Pero enseguida, como éramos mayoría chicas, empezamos a hablar en las escaleras que estaban al lado de la clase y ya entramos juntas a la clase y comenzó una amistad para todo el curso. La asignatura que más me gusto fue Didáctica General y las que menos, Historia de la Educación y Sociología de la Educación y la Cultura. De resto se sobrellevó bien. Aún arrastro la asignatura de Antropología Cultural porque por tiempo no me presenté hasta diciembre y justo la profesora que nos iba a examinar no apareció, el Decano pasó olímpicamente de nosotros, de contestarnos al escrito… y mil cosas que mejor ni contar que no tengo ganas de envenenarme más de lo que me envenené en su entonces por esa causa.

Sinceramente no en todas las asignaturas pero en esta en concreto, Antropología y en Sociología hubo tal disparate de profesores que desmotivaban en la asignatura y que peor nos lo ponían para no querer ni entrar a clase. Eran insufribles.

A pesar de todo, el curso salió bien y sólo me queda Antropología. Ah, algo de lo que no me olvidaré es de lo fría que era esa clase y de las… de sillas que teníamos. La espalda nos la dejó echa polvo.

El segundo curso, nos tocó en el tercer piso de la facultad. Subir esas escaleras a las 7 y pico la mañana, o a cualquier hora… era lo peor. Lo único que me motivaba era que este año sí teníamos mesas decentes y sillas decentes, no esa mezcla de silla mesa…

Este curso era más complicado, más asignaturas y más complicado. Costó más que el primero. La asignatura que más me costó fue Organización y Gestión de Centros Educativos, que la saqué en diciembre. ¡Y menos mal!, porque esa asignatura… es demasiado.

Pero una vez más saqué el curso, y esta vez sin que me quedara ninguna.
Lo que voy arrastrando son los créditos de libre elección…. El único curso que hice fue de bailes deportivos por el que tengo 2 créditos, aún no convalidados pero ahí están.

Van dos veranos relajados, y ojalá sigan así.
Y este tercer curso que aún está por terminar digamos que ha ido bien. Del primer cuatrimestre no me ha quedado nada así que ahora a ver los resultados de los exámenes del segundo cuatrimestre. Decir que este curso ha sido de muchos trabajos por el tema del Proyecto Piloto, aunque con los trabajos nos hemos librado de los exámenes, pero la verdad que en ocasiones era preferible estudiar que estar tanto tiempo haciendo un trabajo.

Y de mi trayectoria escolar por ahora nada más...

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